Cada día es más frecuente escuchar o mirar noticias de jóvenes que deciden terminar con su vida, sin ir más lejos el día de hoy un estudiante de medicina decidió lanzarse al vacío. ¿Qué pasó por su mente en ese momento? ¿Se percibía presionado por las circunstancias o situaciones que vivía? ¿No sabía que sentía? No lo sabremos, no sabemos que lo que le llevó a tomar esta decisión, más allá del amarillismo que acompañan esta triste noticia quisiera proponer una reflexión.

¿Qué estamos haciendo en casa para que nuestros hijos e hijas desarrollen recursos emocionales para enfrentar conflictos en su vida?  ¿Cómo enseñar a nuestros hijos e hijas a reconocer y saber lo que sienten, qué hacer con ello, cómo comunicarlo? ¿Enseñarlos (as) pedir ayuda en caso de sentirse rebasados emocionalmente?

Reflexionemos cómo gestionamos las emociones en casa: ¿Cuándo mi hijo pierde en un juego cuál es su reacción, la mía?, ¿Ante una negativa que actitud tiene?, ¿Cuál es mi respuesta ante el enojo? ¿Mis hijos (as), mi pareja, yo, sabemos nombrar lo que sentimos, tenemos conciencia en que parte de nuestro cuerpo sentimos las emociones, saben qué hacer con lo que sienten?

Un buen punto de partida para empezar a crear un ambiente familiar que promueva la gestión de emociones es que nosotros las madres y los padres empecemos a responsabilizarnos de nuestras propias emociones dejar de responsabilizar a mi hijo de que me hace enojar, -nadie me hace enojar si yo no lo decido- esto significará hacerme cargo de mi sentir. 

Partamos del hecho que los niños están aquí para recibir, los adultos estamos aquí para dar, comprender este hecho va a facilitar el que no tengamos niños(as) de 50 años que aún utilizan recursos infantiles para hacer saber lo que necesitan, recursos emocionales por demás precarios; como berrinches, dar portazos para huir de los conflictos, enojarnos hasta perder el control de nosotros mismos.

Gestionar emociones implica aprender a autorregularnos a comprender lo que estoy sintiendo, a nombrarlo.

¿Cómo hacerlo dentro del ambiente familiar? Creando un ambiente libre de amenazas donde nuestra forma de educar no sea solamente a través de castigos y premios, donde yo me sienta persona valiosa (a) como parte de esa familia, donde cada uno de nosotros sea reconocido como un ser merecedor de amor dejando de condicionar el amor.

La tarea fundamental consiste en que nosotros los adultos, seamos adultos capaces de poder contener a un niño a una niña emocionalmente, no haciendo que él o ella carguen con nuestra emoción; (por ejemplo: tú me haces enojar si hicieras lo que te pido no me enojaría, yo estoy alegre si tú lo estás), no engancharnos con su emoción, teniendo claro que el niño(a) es él o ella no YO. 

En la cotidianidad enseñarlo a comprender lo que esta sintiendo a través  narrar lo que está lo que está sintiendo en ese momento, validando sus emociones, nombrándola,  lo podemos hacer a través de cuentos, a través juegos de mesa como loterías de emociones donde nos describan cada una de las emociones fundamentales con las que nos manejamos día con día,  a través de un juego de roles, de enseñarlos a respirar de manera consciente ante una situación que les es difícil manejar, dejar de criticarlos de burlarnos de ellos, entender que los niños y las niñas merecen nuestro respeto. 

Mostrarles con nuestra actitud que hacer berrinche, enojarnos hasta perder el control es solo una forma de enfrentar situaciones, pero hay muchas más, acompañándolas (os) a buscarlas y encontrarlas.

“Crecer juntos la única forma de hacerlo”

FUENTE: Psic. Irene Rodríguez Rivera